domingo, 20 de abril de 2008

Mentiras 1. Lindbergh no fue el primero

Hoy inauguro una sección de breves donde recopilaré mentiras más o menos creídas por la gente. No haré distinciones y lo mismo dedicaré esta sección a mentiras bastante extendidas como a pequeñas confusiones o errores. Empezaré con Charles Lindbergh ya que he visto como en ocasiones se le otorga el inmerecido honor de ser el primero en sobrevolar el Océano Atlántico.


Ya en 1919, los pilotos británicos John William Alcock y Arthur W. Brown sobrevolaron el Atlántico sin hacer escalas, a bordo de un bombardero Vicker Vimy, partiendo de Terranova y aterrizando en Irlanda 16 horas después. La fuerza aérea norteamericana ya había realizado antes vuelos entre Nueva York y Lisboa, aunque no sin hacer escalas.



El Atlántico Sur fue cruzado por primera vez por los portugueses Sacadura Cabral y Gago Coutinho en 1922 a bordo del hidroavión Lusitania. También un hidroavión, el Plus Ultra, esta vez español, repitió la hazaña en 1926 pilotado por Ramón Franco y Julio Ruiz de Alda.



Estos no fueron los únicos viajes sobre el Atlántico. Varios pioneros realizaron esta hazaña mucho antes que Lindbergh, como la expedición de la Fuerza Aérea Mexicana que consiguió dar la vuelta al mundo en 1924. Por no hablar de las tripulaciones y pasajeros de los múltiples zeppelines que cruzaban el charco desde 1919.



Lo que sí consiguió Charles Lindbergh por primera vez en 1927, a bordo del Espíritu de San Luis, fue cruzar el Atlántico en solitario.



Leer atículo completo

sábado, 19 de abril de 2008

Fox, Fox & Fox

El 21 de octubre de 1888, en la Academia de la Música de Nueva York no quedaba ni un sitio libre. Más de dos mil personas permanecían sentadas en la oscuridad esperando a que las estrellas del momento salieran a escena. Cuando el telón comenzó a abrirse los murmullos se acallaron y se hizo un profundo silencio. En el escenario estaba Margaret Fox, de pie, mirando al público. Tras ella, sentada en un taburete al borde de la zona iluminada por los focos, estaba su hermana Kate.

Esa noche la actuación de las hermanas Fox iba ser bastante diferente de lo habitual. No habría conversaciones con habitantes del más allá. La gente se iba a quedar con las ganas de hacer preguntas a sus familiares fallecidos. Ni siquiera el Señor Pezuñas haría acto de presencia. Esa noche Margaret Fox dio un paso al frente y habló directamente a su audiencia.


Todo ha sido un fraude”, se limitó a decir Margaret mientras su hermana pequeña, sin levantar la vista del suelo, asentía.


A continuación, cumpliendo el contrato firmado con un reportero a cambio de 1.500 dólares que las obligaba no solo a confesar el fraude sino también a hacer una demostración del truco, Margaret comenzó a producir los ruidos paranormales que habían encumbrado a la fama a las hermanas. Los hacía con sus articulaciones; con imperceptibles movimientos de los dedos de pies y manos Margaret conseguía reproducir los chasquidos y golpes que durante años se habían atribuido a fantasmas o espíritus, provocando el asombro -y la dentera, supongo- entre los espectadores. Las más famosas médiums del mundo, las fundadoras del movimiento espiritista estaban confesando que todo era un fraude ante miles de personas. Varios médicos que había entre el público se levantaron y subieron al escenario para certificar que, efectivamente, los extraños sonidos eran fruto de la fricción entre los huesos de los dedos de Margaret. Todo era un monumental engaño.


Es creencia común que el espiritismo, la comunicación con los muertos a través de un médium y usando un código preestablecido, es un arte milenario cuyas prácticas se remontan a los tiempos de antiguas civilizaciones. Bien, pues esto es completamente falso. El espiritismo tiene una fecha de nacimiento muy clara. Los orígenes de esta pseudoreligión se pueden rastrear hasta la noche del 31 de marzo de 1848. Esa noche, las hermanas Fox entablaron, por primera vez, una conversación con el Señor Pezuñas en la cabaña encantada de Hydesville.



El Señor Pezuñas


Los Fox no podían imaginarse lo que les esperaba cuando se mudaron a vivir a una destartalada casa de madera situada en Hydesville, un suburbio cercano a Nueva York, en diciembre de 1847. El matrimonio había tenido más de diez hijos pero solo dos vivían aún con sus padres: Maggie, que tenía doce años cuando comenzaron los extraños fenómenos;y Kate, su hermana dos años menor. Poco tiempo después de mudarse a Hydesville, en enero de 1848, empezaron los ruidos. Prácticamente todas las noches, cuando la familia estaba acostada (Maggie y Kate dormían en la misma habitación que sus padres) y la casa se encontraba en completo silencio, unos extraños golpes comenzaban a escucharse. No conseguían establecer su procedencia exacta pero sin duda venían del interior de la casa. Había alguien con ellos. El señor Fox se pasaba noches enteras poniendo patas arriba toda la cabaña en busca de quien quiera que estuviera causando los ruidos. O se sentaba al otro lado de la puerta del dormitorio y pasaba horas en una mecedora intentando pillar al intruso. Sin embargo, fueron incapaces de descubrir el origen de los golpes.


Los misteriosos sonidos, que ellos llamaban raps, eran una especie de golpes o chasquidos secos aunque, en ocasiones, se asemejaban a pisadas o a muebles deslizándose por el suelo. El matrimonio, aunque aterrorizados al principio, terminó por acostumbrarse a las “peculiaridades” de su nuevo hogar. Las niñas llamaban al invisible autor de los ruidos Señor Pezuñas (Mr. Splitfoot) y no parecían en absoluto asustadas por la presencia. La noche del 31 de marzo a Kate se le ocurrió una idea. Quería hablar con el Señor Pezuñas. Cuando empezaron los ruidos, Kate se acercó a la pared y golpeó una vez con los nudillos. El Señor Pezuñas respondió con un golpe. Kate golpeó dos veces la pared y dos golpes le respondieron. Habían establecido contacto.


Pronto, esa misma noche, la familia ideó un código en el que cada letra estaba representada por un número de golpes. Estaban decididos a someter a un intensivo interrogatorio al fantasma de Hydesville. Sentados en circulo en el suelo y alumbrados por unas pocas velas, comenzaron a hacer preguntas al Señor Pezuñas y él respondía con golpes usando el nuevo código. Esa fue la primera sesión de espiritismo de la historia.


Los Fox averiguaron que la identidad del fantasma correspondía a la de un hombre llamado Charles que fue asesinado cinco años atrás en esa misma casa a la edad de treinta años. Una de las preguntas que la señora Fox realizó al fantasma es bastante interesante: ¿Si traigo a mis vecinos a estas sesiones podrán oír ellos también los ruidos? El Señor Pezuñas respondió que sí y las hermanas Fox comenzaron su meteórica carrera hacia el estrellato.




Alcohol, fantasmas y nuevas religiones


Cuando todos los vecinos de Hydesville habían hablado ya con el fantasma y la gente de los alrededores ya empezaba a tener noticias del extraño caso, los Fox decidieron que había llegado la hora de mudarse a la gran ciudad. En ese momento hizo su aparición en escena la tercera hermana Fox de esta historia: Leah, de treinta y cuatro años. Marggaret y Kate pronto habían sido invitadas a efectuar sesiones espiritistas en teatros o en fiestas privadas y necesitaban alguien que se encargase de dirigir su carrera y administrar su creciente fortuna. Leah, cuando conoció el extraño poder de sus hermanas pequeñas, se divorció rápidamente de su marido y acudió a Nueva York a ejercer de manager de las Fox, que por aquel entonces vivían en una lujosa suite en Manhattan.

La mayor parte de la prensa se mantuvo escéptica respecto al fenómeno y mucha gente propuso la hipótesis de que los ruidos eran producidos por las niñas chasqueando los dedos. No importó lo más mínimo. Las Fox estaban de moda y nadie parecía dispuesto a dejar que una buena explicación arruinase su mentira favorita. Las dos hermanas celebraban actuaciones en atestados teatros donde permitían al publico comunicarse con sus parientes fallecidos. También asistían a fiestas de la alta sociedad en las que el momento cumbre era una sesión de preguntas a los muertos.


En estos años, las Fox comenzaron a aficionarse a la bebida y el espiritismo empezó a tomar la forma de una especie de pseudoreligión de moda entre las clases altas. El poder de comunicación con los muertos se convirtió de pronto en una habilidad de lo más común. Los médiums crecían en número cada día. Los había de todas las clases imaginables: con turbantes y largas túnicas, vestidos con un tétrico frac... En el Reino Unido, donde más éxito tuvo, las médiums de moda eran refinadas señoras sesentonas, con anillos de plata y cardados enormes, una especie de mezcla entre la enana de Poltergeist y miss Marpple; mientras que en Estados Unidos tenían más fortuna los personajes estrafalarios (más estrafalarios). Incluso importantes científicos, como William Crookes, abrazaron el espiritismo. Por supuesto, Arthur Conan Doyle no podía faltar en algo así y se convirtió pronto en uno de los más firmes defensores del movimiento espiritista. Los métodos para comunicarse con los espíritus también eran muy variados pero el que más éxito tuvo es la Ouija, inventada y patentada por Elijah Bond en 1890, y que todavía es el más usado hoy día.

En 1852 Margaret se casó con el famoso explorador ártico Elisha Kane. El doctor Kane era un puritano de pura cepa. Puestos a creer paranormalidades Kane pensaba que mejor era creerse las de toda la vida. Como buen puritano, para él la única fuente de espiritualidad y fenómenos fantásticos admisible era la la Biblia, todo lo demás no eran más que tonterías. Separó a Margaret de los espiritistas y de las exhibiciones públicas. Se conserva la correspondencia entre Margaret y Kane y leyendo las cartas queda claro que Elisha Kane no pensaba que su esposa tuviese ninguna habilidad especial. Se refiere a los golpes misteriosos como si fueran un truco. Kane advirtió a Margaret y a Kate de que estaban siendo utilizadas por Leah, la mayor del trío, para cometer aquel fraude. El grupo se disolvió y Leah se casó con un banquero millonario.


Pero el doctor Kane murió en 1857 y las hermanas, ahora por separado volvieron al mundo espiritista. Margaret se quedó en Estados Unidos mientras que Kate se casó con un espiritista famoso, Jencken, y viajó a Inglaterra donde era considerada una de las médiums más poderosas. Así pasaron años, de salón en salón, hablando con los muertos y bebiendo cada vez más.



En 1888, el año de la confesión, ambas eran viudas y todo el dinero que tenían se había esfumado. El enorme éxito del espiritismo hizo que las Fox pasaran de ser “las médiums” a ser “unas médiums”. ¿Quien iba a contratar a las Fox cuando el Doctor Incognita o Miss Petunia hacían el mismo trabajo por la mitad de dinero? (No creo que existieran el Doctor Incognita o Miss Petunia pero los apodos de los espiritistas iban en esa línea)


Ese mismo estatus alcanzado por el espiritismo fue también el motivo por el que la confesión de las Fox no tuvo el más mínimo efecto. La mayor parte de la gente ya sabía que aquello no era más que un truco, incluso desde 1851 se venía diciendo que eran las propias Fox quien producían los sonidos con sus articulaciones. Así que poco les importó que las Fox confesasen algo que era bien claro. Por otro lado, los creyentes, los que defendieron el fenómeno de la comunicación con los muertos, hicieron lo que es habitual en estos casos. Negaron la evidencia. Para el movimiento espiritista la confesión de fraude de las Fox no existió. Hoy día se las considera como figuras históricas del espiritismo y unas de las médiums más importantes que han existido. En programas y revistas dedicados al misterioso misterio se sigue hablando de las poderosas hermanas Fox y sus fantásticas habilidades.


En vida, sin embargo, les dieron de lado tras la confesión en la Academia de la Música de Nueva York y las dos hermanas murieron completamente alcoholizadas y sin un céntimo en el bolsillo, Kate en 1892 y Margaret al año siguiente.


BIBLIOGRAFÍA

CARROLL, ROBERT T., The Skeptic´s Dictionary, 2003

DOYLE, ARTHUR C., The History of Spiritualism, Volumen 1, Capítulos IV y V, 1926

RANDI, JAMES, An Encyclopedia of Claims,Frauds, and Hoaxes of the Occult and Supernatural, 1995





Leer atículo completo

domingo, 6 de abril de 2008

El Profe

Turing cree que las máquinas piensan

Turing yace con hombres

Luego las máquinas no piensan

Alan Turing

1938 debió ser un año importante para Alan Turing. Ese año se estrenó su película preferida: Blancanieves y los siete enanitos1. Estaba fascinado con la película de Disney hasta el punto de ir a verla regularmente al cine. Además, ese mismo año fue reclutado para trabajar en Bletchley Park, un edificio señorial en Buckinghamshire, puesto al que se incorporaría en 1939. Turing vivía en una pensión cercana y todos los días acudía a su puesto de trabajo en su bicicleta estropeada. Jamás habló con nadie sobre lo que hacía en aquella mole de ladrillos, todos los que trabajaban allí habían jurado guardar un absoluto secreto acerca de la labor que se llevaba a cabo en Bletchley Park. Su madre recuerda que lo único que Alan le contó de aquellos años es que trabajaba con muchas mujeres. Decenas de mujeres.


Lo cierto es que los habitantes de aquel caserón, aparte de las mujeres, eran un grupo bastante peculiar. Había matemáticos, físicos y un sinnúmero de técnicos e ingenieros, los mejores que se había podido encontrar en cada campo. También trabajaban allí expertos jugadores de ajedrez, de bridge y los ganadores de los concursos de crucigramas que organizaba el periódico Times. Hasta mediados de los setenta no se hizo público lo que se estaba haciendo en Bletchley Park durante los años que duró la Segunda Guerra Mundial. El motivo de este secretismo es que allí, en aquella mansión aislada, era donde el servicio de inteligencia británico había decidido establecer su unidad criptográfica. Allí estaban los hombres encargados de romper los códigos alemanes y japoneses.


Turing era uno de los miembros más importantes de esta extraña comunidad. A su cargo estaba el barracón 8, donde se intentaba descifrar el código de la Enigma, la máquina que los alemanes usaban en sus comunicaciones militares. Era un personaje extraño que se parecía demasiado al estereotipo de científico despistado como para conseguir desenvolverse socialmente. Apenas hablaba y cuando lo hacía era de un modo técnico, empleando conceptos matématicos avanzados dando por supuesto que si su interlocutor estaba interesado en hablar con él es por que ya tenía una base sólida de conocimientos matemáticos. Se ataba los pantalones con una cuerda y raro era el día en que se acordaba de afeitarse o peinarse. Sus subordinados y sus compañeros de trabajo se referían a él como El Profe (The Prof).


La bicicleta de Alan Turing


Turing´s fond of the football field

For geometric problems the touch lines yield

Esta es parte de la letra de una canción de fin de curso cantada por los compañeros de clase de Turing y es bastante descriptiva: “A Turing le gusta el campo de fútbol, pues en la línea de banda reside la solución a los problemas de geometría” Su madre también nos ofrece una imagen parecida del pequeño genio en el dibujo “El jockey, o ver crecer las margaritas”, donde podemos ver como Turing, mientras sus compañeros juegan al jockey, se queda absorto observando las plantas que crecen en el campo.


Como ya apuntaban sus profesores, Turing pronto se convirtió en una figura de primera línea en el campo de las matemáticas. El área donde realizó mayores avances, la lógica, no era lo que se dice una de las mejor consideradas; por lo menos hasta que los trabajos de Turing, Church, Newman y muchos otros la convirtieron en la más prometedora de las ramas matemáticas abriendo de par en par las puertas de la época de la información.


Turing estudió en las mejores escuelas -el King´s College de Cambridge, Princeton- con los mejores profesores -Hardy, Church, Newman- convirtiéndose en uno de los genios más brillantes de su época. En 1936, por ejemplo, publicó su famoso artículo “Los números computables” en el cual resolvía el problema de decisión, demostrando que era insoluble, e introducía por primera vez el concepto de Máquina Universal. En su artículo Turing nunca llega a hablar de una máquina física sino que su máquina es más bien un modelo matemático; pero el paso siguiente, llevar esas ideas a la práctica, es un concepto presente a lo largo de todo el ensayo.


Para hacernos una idea de la importancia de este artículo no debemos olvidar que las máquinas más complejas construidas hasta ese año, 1936, eran calculadoras muy básicas que sólo podían llevar a cabo cálculos muy simples, poco más que ábacos mecánicos. Y un joven matemático (Turing tenía veinticuatro años cuando publicó el artículo) planteaba no ya una máquina capaz de realizar cálculos complejos sino capaz de realizar todos los cálculos. La Máquina Universal de Turing podía resolver cualquier problema que pudiese ser expresado mediante un algoritmo matemático. Cualquier cálculo que pueda realizar un ordenador actual puede ser resuelto también por una máquina de Turing.


A pesar de la importancia de este artículo, Turing siguió evitando las reuniones sociales y únicamente se relacionaba con un pequeño de grupo de conocidos, la mayoría de ellos matemáticos como él. Su carácter era distante y odiaba que el resto de sus personas se acercase a sus cosas. Quizá por ello nunca dejó de usar su bicicleta estropeada ya que era un vehículo que pocos más habrían podido manejar. Cuando la utilizaba, sus vecinos y compañeros observaban como a veces Turing se bajaba de ella y movía la cadena. Es muy probable que pocos de ellos conocieran el motivo. Se cuenta que la bicicleta tenía un eslabón de la cadena torcido y un radio de la rueda medio suelto. Por separado estos problemas no impedían que la bicicleta funcionase con normalidad pero cuando eslabón y radio coincidían en una determinada posición, la cadena se salía. Turing había calculado la frecuencia con que esto sucedía y contaba mentalmente las revoluciones mientras paseaba en su bicicleta, cuando se acercaba al número en que ambos fallos coincidían se bajaba y volvía a poner la cadena a cero.



Las mozas


El Profe llegaba cada mañana en su bicicleta a trabajar a Bletchley Park. Las mozas que trabajaban para él solían guardar silencio cuando entraba en el barracón, con la ropa arrugada y despeinado, y pasaba entre ellas con la cabeza gacha. Le tenían un enorme respeto, casi miedo, ya que él apenas les dirigía la palabra y se comportaba como si no estuvieran allí. Su madre, años después, admitía que Turing siempre se mantuvo alejado de las chicas y que es probable que él tuviera tanto miedo de ellas como ellas de él. Lo cierto es que Turing no podía sentir más que admiración por las mozas ya que de ellas dependía el importante trabajo que realizaba su equipo. Las mozas era el término con que el personal de Bletchley Park llamaba a las calculadoras. Por supuesto, las calculadoras que hoy conocemos no existían todavía, así que los enormes cálculos que implicaba la tarea de romper los códigos alemanes eran divididos en porciones y repartidos entre una legión de calculadoras humanas que ocupaban salas enteras.

La labor de romper los códigos de la máquina Enigma alemana había comenzado en Polonia gracias al equipo liderado por Marian Rejewski, aunque ya durante la Guerra Civil Española los ingleses descifraron varios mensajes alemanes cifrados con el modelo comercial de la Enigma. Incluso habían construido una medio réplica de la Enigma a la que llamaron la Bomba debido al inquietante tic-tac que producía cuando trabajaba. Sin embargo, en 1939 los alemanes aumentaron los rotores de la Enigma de 3 a 5 y se volvieron más rigurosos en la elaboración de los mensajes evitando repeticiones. Esto convertía los códigos de la Enigma en demasiado complejos para el equipo de Rejewski, que además hubo de huir de Polonia tras la invasión alemana. El relevo lo tomaría el equipo de Alan Turing en Bletchley Park.

Escuela Gubernamental de Códigos y Cifrado -nombre en clave Ultra- fue como se llamó a las instalaciones y al personal de Bletchley Park. Era un proyecto bajo el mando del servicio secreto británico y su existencia misma era secreto de estado. Toda la información obtenida por Turing, o por cualquier otro de los que allí trabajaban, era enviada directamente a Winston Churchill en una caja fuerte metálica con el código “Bonifface” para que los alemanes, en caso de interceptar el mensaje, pensaran que la información provenía de un espía.

Turing construyó una máquina de cálculo para usarla en la ruptura de los códigos Enigma a la que llamo Bomba en honor a Rejewski. La lucha de los criptoanalistas de Bletchley Park contra la máquina Enigma alemana duró prácticamente toda la guerra. Los alemanes iban mejorando los modelos añadiéndole rotores y perfeccionando el método de encriptación mientras los ingleses rompían la mayoría de los códigos y, casi más difícil, intentaban que los alemanes no se percataran de que sus mensajes eran descifrados. Cualquier desliz era usado por los matemáticos aliados que se servían sobretodo de las repeticiones en los mensajes para romper los códigos. Por ejemplo, el habitual “Heil Hitler!” que se incluía en la mayoría de mensajes era una mina de oro para los criptoanalistas.

La labor de Turing durante los años de la guerra fue, sin duda, la que más contribuyó a supremacía aliada frente al eje en cuestiones de criptoanálisis. Si el Profe no fue decisivo para la victoria aliada (yo creo que sí), es seguro que sin él esta victoria habría tardado bastante más en llegar.



La manzana


Tras la guerra, Turing se embarcó en el proyecto de construir el primer computador digital. Sin embargo, su poca labia y su apariencia desaliñada le sirvieron de poca ayuda a la hora de conseguir subvenciones siendo un proyecto de John Von Neumann el que finalmente se llevó a cabo. Hoy en día los ordenadores que usamos son evoluciones, todos ellos, de la máquina de Neumann, no de la de Turing. Sin embargo, aunque Neumann pudo diseñar y construir su máquina gracias a las ideas de Turing, las contribuciones de éste no fueron reconocidas hasta la década de los noventa.


A Turing pareció importarle poco que fuera el diseño de Newman y no el suyo el que fue llevado a la práctica finalmente. Lo importante era que la Maquina se podía construir; así que inmediatamente Turing dio el paso siguiente. Los últimos artículos de Turing son perfectamente vigentes hoy día y se centran en la cuestión de la inteligencia artificial. Para Turing la solución al problema de si una Maquina de Turing podría desarrollar la inteligencia consistía en resolver otra pregunta: ¿es el cerebro humano una Máquina de Turing? Estos artículos eran enormemente avanzados y Turing manejaba conceptos e ideas que abrían nuevos campos completos de investigación. En uno de ellos es donde podemos encontrar su famoso test de Turing para determinar si una máquina es inteligente2. Pero por desgracia su carrera tuvo un final inesperado.


El fin de Alan Turing es el único motivo por el que he decidido incluir un artículo sobre él en este blog. Y no fue Turing el que cometió el traspié, sino el resto de la humanidad.


En 1952 unos ladrones asaltaron la casa en la que vivía en Manchester. Durante la investigación policial Turing colaboró amablemente con las autoridades señalando que él sospechaba de su pareja amorosa. Sin embargo, Turing ya no vivía en el ambiente abierto del King´s College ni disponía de los privilegios de Bletchley Park, y su sinceridad iba a costarle muy cara. Turing odiaba mentir si no le daban buenas razones para ello y desconocía el uso de eufemismos. Para él, confesar que mantenía relaciones con una pareja de su mismo sexo era lo más natural del mundo. No era un militante ni se preocupaba lo más mínimo por los movimientos sociales, para él su homosexualidad simplemente era tan natural como su inteligencia. La policía de Manchester no era de la misma opinión. Al denunciar el robo de su casa y relatar los pormenores a la policía, Turing fue detenido por “indecencia grave y perversión sexual”. En el juicio posterior fue declarado culpable y se le dio a elegir entre la cárcel o ser tratado con inyecciones de estrógenos. Turing escogió el tratamiento hormonal.

Una de las mas brillantes mentes del siglo XX, un genio reconocido que además había salvado la vida a miles de personas ayudando a romper los códigos alemanes, uno de los padres de la informática, veía como caía sobre el una horrible condena, que estaba deformando su cuerpo, simplemente por acostarse con quien no debía según las leyes de su pais. Sus compatriotas, aquellos a quienes había ayudado más que ningún solo hombre a ganar la gran guerra, se permitían el lujo de cuestionar su vida privada y condenarlo por ella.

Turing tenía claro que aquella no era la vida que él quería vivir. No consideraba lógico mentir sobre algo tan trivial como su sexualidad y no estaba dispuesto a vivir toda su vida con aquellas inyecciones de hormonas. Él eligió su propio camino. Un día de 1954, inspirándose en su película preferida, compró una manzana y se encerró en su casa. Subió a su estudio, roció la manzana con cianuro y le dio un bocado.


El Profe se durmió para siempre.


FUENTES

Leavitt, David, ALAN TURING, 2006

Hodges, Andrew, ALAN TURING: THE ENIGMA, 2000

www.turing.org.uk

www.bletchleypark.org.uk

www.computer50.org

www.turingarchive.org

Sobre el tema:

Turing aparece como personaje secundario en la magnífica novela histórica “Criptonomicón” de Neal Stephenson. Además de ser un excelente relato de los sucesos que tuvieron lugar en Bletchley Park destaca un capítulo en el que el personaje de Turing explica el funcionamiento de la máquina Enigma usando una analogía con su bicicleta estropeada.

1Curiosamente, Gödel también estaba obsesionado con esta película. Parece que Disney tenía su público entre los matemáticos.

2Imaginemos dos interlocutores, un ser humano y una máquina, que no pueden verse el uno al otro. Si, tras mantener una conversación, el ser humano es incapaz de darse cuenta de que está hablando con una máquina, esa máquina ha superado el test de Turing.

Leer atículo completo